En la ciudad de Cádiz, un hombre sin hogar encontró verdadera compañía con su perro, Canelo. A pesar de su enfermedad, él siempre regresaba a Canelo después de sus tratamientos hospitalarios. Un día, no regresó, pero Canelo siguió esperando, leal y esperanzado. Su vínculo, perdurable más allá del tiempo y el espacio, finalmente los reunió.
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