A veces emprendes un viaje que te lleva a elegir entre seguir aferrado a la irrealidad o acabar con todo. Al fin y al cabo, lo más difícil del amor, es dejarlo ir. Bonfire nace como respuesta al reto del festival de cine express La Laguna plató de cine. Un equipo reducido y la máxima optimización de tiempo y recursos, hicieron posible este cortometraje que ha tenido gran recorrido plagado de reconocimientos más allá del certamen para el que fue concebido.​ Pese a su corta etapa de creación, Bonfire es el resultado de una interesante contradicción interna. Mientras que, por un lado, la imagen tiende a mostrarnos planos amplios y espacios abiertos, dándonos una sensación de libertad, por otro lado, y contrapesando este efecto, el guión se sume en la mente del protagonista, que acapara su práctica totalidad. Esto genera en el espectador una, a menudo inconsciente, dicotomía muy enriquecedora para la experiencia audiovisual. Por su parte, la paleta cromática está dominada por los colores tierra en tonos pastel, ahonda en esta experiencia, creando una falsa sensación de tranquilidad y una calma tensa. En cuanto al sonido, se ve dominado por una la narración que baila entre el directo y la voz en off, lo que aparenta transmitir un carácter explicativo, sin embargo, está concebido para sumergirnos aún más en la psique del protagonista.