Crítica cinematográfica del cortometraje “Alike»
Por Javier Nodras
Alike es un cortometraje de animación, y eso no quiere decir que esté destinado a los niños, al menos no en el sentido en que tantas películas de animación se han realizado en el último siglo para ellos, sino para personas, da igual la edad que tengan. Por supuesto pueden disfrutarlo y entender su hermoso y auténtico mensaje los más pequeños de la casa, pero sobre todo tengo la sensación de que sus autores y directores, Daniel Martínez Lara y Rafa Cano Méndez lo han escrito para trasladar un mensaje a cualquiera de nosotros: hemos construido, entre todos, un mundo que quizás no sea el mejor de los posibles, y el lugar que nos hemos regalado para vivir, las ciudades, han despojado la naturaleza y la autenticidad de él.
Considero un acierto, en el sentido metafórico y como síntesis visual, el significado que cobra el color en Alike, donde solo la alegría de compartir momentos con las personas a las que no une una ligazón sentimental tan estrecha y profunda como la que existe entre padre e hijo hace que el color brote en la piel del protagonista. Por no hablar del mensaje que Alike traslada de que el trabajo, entendido como castigo divino que nos autoinflingimos cuando no lo elegimos porque nos guste, sino por una mera cuestión alimenticia. Parece que la única persona que disfruta trabajando en este cortometraje es el músico mendigo, y es con el con quien conecta el hijo del protagonista, sabio todavía, hasta que su padre lo aparta de ese camino.
La escuela es retratada más como ayuda al desarrollo de futuros trabajadores, mostrándola a los ojos de los niños como si fuese un trabajo tan pesado, rutinario y poco creativo como el de los adultos. Se traslada el interesante mensaje de que los niños nacen sabios, y esa sabiduría que viene en los genes es borrada, día a día, mediante tareas rutinarias, y la escuela que podría y debería ser el lugar que busca sacar lo mejor de cada uno, la particularidad, explotar nuestras singularidades, desarrollar los talentos que nos acompañan al nacer, se encarga de irlos borrando, de irnos convirtiendo en máquinas de producir indistinguibles. Afortunadamente, hay proyectos educativos todavía minoritarios que ya han identificado este problema de la escuela tradicional, destacando entre los mismos las escuelas por proyectos, donde los niños eligen en sus primeros años de formación aquellos temas que son de su mayor interés para profundizar en su conocimiento, y así, de forma transversal, aprender y crecer como personas motivadas e interesadas.
Son, pues, temas fundamentales los que trata Alike en ocho minutos: el amor paterno filial, el trabajo, la escuela, que resuenan mientras se escucha la magnífica banda sonora que firma el compositor Oscar Araujo.
Entiendo que el mensaje de Alike es optimista en su final porque muchos de los castigos que aparecen retratados en este cortometraje son autoinflingidos, y está en nuestras manos cambiar el acontecer de nuestras vidas. La escuela, el trabajo y la vida no tendrían que ser tan aburridos como a bastantes les pueda parecer. Está en nuestras manos cambiar nuestros destinos, y tocar violines imaginarios en las esquinas de los parques es tan fácil, y tan difícil, como pueda uno imaginárselo.
Magnífico cortometraje, absolutamente recomendable tanto para niños como para sus progenitores.
Puedes ver el cortometraje “Alike“, a continuación.