Crónica cinematográfica de “La Buena Educación”. Perdidos en el barroquismo de las formas
Por Fernando Tresviernes
La buena educación es un cortometraje español de 17’06 minutos realizado en 2012 con dirección de fotografía, montaje y dirección de Sergio Postigo Cruz. Producido por Estudio 35, recibió el Premio al Mejor Corto Andaluz además de haber sido figurado en la Sección Oficial de varios festivales.
Tres atildados señores en una casa señorial
Un largo travelling inicial nos va presentando cadenciosamente las estancias de una vivienda decorada con muebles clásicos mientras la música interpretada por la Orquesta Sinfónica de Algeciras nos lleva a la entrada del salón.
Allí tres hombres de mediana edad entran en lo que parece va a ser una visita guiada por don Octavio, Paco Algora. Vestidos de manera tan cuidada como muy clásica se distinguen por su barroquismo al hablar.
La trama está basada en una obra teatral de Manuel Araujo Soler que junto al director del corto Sergio Postigo Cruz, elaboraron el argumento y diálogos.
El personaje que parece hacer de cicerone va resaltando las calidades del mobiliario, sus materiales de manufacturación y las estancias que atraviesan. Los otros dos, el distinguido don Leonardo, Manuel Bueno, y el caustico don Guillermo, Rafael Arroyo, rivalizan en pedantería.
Para que no se olviden de por qué están allí, don Octavio les recuerda que les está esperando ver la gran caja de caudales.
Más allá de las buenas maneras y el lenguaje barroco
Analizar como intervenir les sume en un debate retórico, mientras el tiempo va pasando y apremia cumplir con su misión. Hablan y hablan con poca precisión hasta que una vez más don Octavio les llama a la realidad.
Entonces sacan y prueban sus instrumentos de precisión para poder operar fallando en sus pericias. Mientras van de sorpresa en sorpresa y continúan debatiendo sobre cómo proceder.
Sus refinados modales y ceremoniosas maneras denotan su esmerada educación pero escasa practicidad, hasta que urgidos por el paso del tiempo llegan a un acuerdo para finalizar su misión.
Una comedia irónica sobre tres atildados señores de mediana edad, que en el exceso de cuidar las formas olvidan la necesidad de ser prácticos si quieren realizar exitosamente la misión que se habían propuesto.
Buenas interpretaciones, de los tres actores muy acreditados por su larga trayectoria, para la representación de este entremés que ironiza sobre el exceso en los lenguajes refinados y los modales exagerados.
La paradoja y la enseñanza de la parábola se las proporcionan las dos últimas personas que llegan a la mansión señorial.