Había dos reglas en el mundo de los gansters, nunca irse de la lengua y nunca traicionar a un amigo. El no delatar a Willy Rico a la policía corrió como la pólvora y nos convertimos en intocables. ¿Y sabeís por qué? Por respeto. El respeto era lo primero que tenías que conseguir si querías ser un buen ganster. Poli, nuestro protagonista, pronto se da cuenta que el respeto sirve para conseguirlo todo. ¿Todo? Todo excepto el amor de Lolita. Y hasta aquí puedo contar. Lo demás son ladridos.
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