Un grupo de boy scouts se ha dividido en dos bandos para perderse en un bosque de Mérida durante tres días y jugar un juego de estrategia. Están solos en la inmensidad del paisaje, aplicando sus conocimientos de supervivencia, sin ningún adulto que los acompañe. Pero también compiten entre ellos, hay enfrentamientos en los cuales los jugadores de un bando pueden dar de baja a los del bando contrario y sacarlos del juego. Dos jóvenes del equipo rojo encuentran en el camino a un contrincante del equipo amarillo y deciden tomarlo como prisionero. Si bien no figura en el reglamento, el joven colorado acepta someterse a las órdenes de los otros dos con tal de seguir jugando. Al fin y al cabo se trata sólo un juego. Pero a medida que pasen más tiempo juntos, atravesando ríos, cumpliendo postas, caminando largos trechos por entre valles y lomas, acampando, cocinándose, esta relación de poder y dominación irá tensando los hilos de la convivencia. El juego se terminará convirtiendo en una competencia por el coraje y en el nacimiento de una singular amistad entre enemigos.