A Andrea y a Adrián les une algo desde el mismo momento de su nacimiento, una inusual deformación óptica que les hace ver el mundo de una manera incompleta y complementaria a la vez. Los dos saben de la existencia del otro, ya que les trata la misma oculista, Sophie, y desde pequeños han fantaseado con la idea de encontrar algún día a “su otra mitad”.
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